viernes, 18 de octubre de 2019

EL PAPÁ DE MI AMIGO

Cristian era mi mejor amigo, eramos inseparables, estudiábamos en la misma escuela y siempre hacíamos las tareas en equipo juntos. Había días que él se quedaba a dormir en mi casa y otros días que yo me quedaba en la suya.

Él era muy guapo, un niño de piel blanca y cabellos chinos y negros, muy delgado como de 1.60 de estatura, yo era más o menos de esa estatura también, igual de delgado pero un poco más moreno, a veces hasta nos prestábamos la ropa, ya que eramos de la misma talla.

Juntos descubríamos muchas cosas, juegos, aventuras y travesuras. El acababa de cumplir 11 años y yo estaba por cumplirlos, cuando en una ocasión que me quedé a dormir en su casa me preguntó que si no me gustaba nadie de la escuela. Yo nunca había pensado en eso, la verdad era que no.

Me dijo que le gustaba Natalia, la niña más bonita del salón, que le gustaba tanto que a veces se le paraba de pensar en ella, que le gustaba verle las nalgas e imaginaba que se las tocaba. Después de eso cambiamos de tema hasta que nos quedamos dormidos. Cuando estábamos en su casa dormíamos en la misma cama, ya que su cama era matrimonial y cabíamos perfectamente los dos.

Esa noche, mientras dormía comencé a sentir que Cristian estaba acariciando mis nalgas, con movimientos muy suaves y tiernos, pasaba sus manos lentamente por mis nalgas, me había bajado el boxer para poder hacerlo.

Al principio no entendí que estaba pasando, pero tampoco me quité, ni le dije nada, a decir verdad era una sensación muy placentera, sentir sus manos suaves acariciando mis nalgas lisas aun de niño, como la piel de un bebé.

Después de un rato me quedé dormido y no me di cuenta a que hora dejo de hacerlo, al día siguiente no platicamos de eso, hicimos como si nada, seguimos jugando y pasándola bien.

Después de eso, cada que me quedaba en casa de Cristian, en la noche pasaba lo mismo, me bajaba el boxer y comenzaba a acariciarme, hubo ocasiones en que sentía que mi verga se paraba de la excitación, pero nunca decía nada, me quedaba inmóvil, boca abajo, dejando que el me acariciara.

Una ocasión después de acariciarme un buen rato, sentí que se bajó el boxer y se me subió encima, su pequña verga de unos 10 cm, delgada y erecta tocó mis nalgas, abrí los ojos un poco asustado, pero no le dije nada. El comenzó a moverse como si me estuviera cogiendo pero no me penetró, solo la pasaba por mis nalgas mientras hacía sonidos de placer.

Un día, después de ganarme en un videojuego, comezón a empujarme haciéndome burla por haber perdido, yo le correspondí el juego empujándolo también como si estuviéramos peleando, fue así como termine boca abajo en el suelo y el sobre mí pegándome su verga en las nalgas, la traía parada, lo podía sentir a través del pantalón. Me quedé inmóvil, dejándolo mover su verga tallando mis nalgas. Después me desabrochó el pantalón y me lo bajó, bajándose también él el suyo, pegándome su verga calientita en mis nalgas.

De pronto, se abrió la puerta, no nos habíamos percatado de que no tenía seguro, era el papá de Cristian, don Alfonso, un hombre de 40 años, alto, de piel clara como Cristian, pero de cabello lacio y bigote con algunas canas.

Al escuchar abrir la puerta Cristian se bajó de mí, dejando mis nalgas al descubierto, inmediatamente trate de subirme el pantalón pero don Alfonso ya nos había visto. No dijimos nada, estábamos paralizados de miedo. Don Alfonso se dirigió hacia mí.

-Toma tus cosas para llevarte a tu casa, contigo hablo cuando regrese Cristian.

Se salió de la habitación dejándonos a Cristian y a mí solos, en silencio, lo vi con miedo, sabíamos que lo que habíamos hecho estaba mal, eramos unos niños y además, nuestras familias eran muy conservadoras y por lo menos para mis padres, tener un hijo gay sería lo peor que les podría pasar.

Tomé mis cosas y salí de la casa, don Alfonso ya me estaba esperando en el coche. Me subí en el lado del copiloto y arrancamos en dirección a mi casa. Yo no decía nada, los dos íbamos en silencio hasta que él tomó la palabra.

-¿De quien fue la idea de hacer eso?
-No estábamos haciendo nada señor, de verdad, solo estábamos jugando
-¿Jugando? ¿A eso le llamas jugar? Si los vi, los vi con los calzones abajo y a mi hijo sobre ti
-Pero no hicimos nada
-Pues a ver que piensan tus papás de esto, no creo que les agrade mucho
-No señor, no les diga, por favor no les diga, ya no lo volvemos a hacer
-Claro que ya no lo van a volver a hacer, pero les tengo que decir a tus padres

Comencé a llorar, estaba muy asustado, no sabía lo que mi padre me haría si se enteraba, además yo perdía aun más, porque era a mi al que parecía que me estaban cogiendo, aunque en realidad Cristian no me había penetrado, todo hacía parecer que sí. Le supliqué a don Alfonso que no dijere nada. El se quedó un momento en silencio y de pronto me dijo:

-Está bien no les voy a decir nada a tus papás, pero con una condición
-Lo que sea señor, pero por favor no diga nada
-Me vas a acompañar a un lugar

Después de un rato, llegamos a una oficina, el papá de mi amigo era abogado y tenía un pequeño despacho. Dentro de su oficina había una pequeña sala y un escritorio, una ventana grande que daba a la calle. Encendió la luz y cerró las cortinas.

-Muy bien, si quieres que no diga nada vas a hacer lo que yo te diga ¿Está bien?
-Si señor, lo que usted quiera
-Bájate los pantalones
-¿Para qué?
-Te dije que ibas a hacer lo que yo te dijera, no preguntes solo bájate los pantalones y los calzones

Lo obedecí, me bajé mi pantalón y los calzones, él se acercó por detrás de mí y comenzó a tocar mis nalgas, al sentir su mano un escalofrío recorrió mi cuerpo, su mano era suave como las de Cristian, aunque lógicamente mas grande, apretó una de mis nalgas con una mano y casi la abarco por completo, sus dedos eras gruesos. Mi corazón se aceleró, tenía miedo pero era muy placentero.

-¿Entonces te gusta esto, te gusta que te cojan?
-No lo sé señor, de verdad con Cristian no hicimos eso, solo me pegó su pene en las nalgas, pero no me lo metió
-¿Ah no y por qué, no quisiste?
-No, es que solo estábamos jugando
-Y no te gustaría saber que se siente, que te la metan
-No sé, me da miedo
-No tengas miedo, te va a gustar vas a ver

Se llevó la mano a su boca, escupió en sus dedos, después la llevó nuevamente a mis nalgas deslizando sus dedos húmedos por la saliva entre ellas, comenzó a acariciar mi culito, mi respiración se agitó más y mi pequeña verga se puso dura. El lo notó.

-Ves, te dije que se sentía rico, mi hijo apenas es un niño, él no sabe de esto, yo sí, ¿Quieres probar más?

Le contesté que sí con un suave gemido, don Alfonso me había puesto muy caliente, su dedo medio se deslizaba suavemente tocando mi culito, era una sensación deliciosa, de pronto, comenzó a presionar haciendo que mi hoyito se abriera. Instintivamente apreté pero el me pidió que me relajara.

Se puso de rodillas detrás de mí, pidiéndome que me doblara un poco. Mis nalgas estaban a la altura de su cara, acercó lentamente su boca. Al sentir sus labios en mis nalgas, lancé un leve gemido de placer, que aumentó en el momento en que su lengua se abrió paso para tocar la entrada de mi culito.

Me llevó a uno de los sillones que tenía ahí pidiéndome que me quitara por completo el pantalón y los zapatos. Me puso de rodillas en el bordo del sillón y presionó mi espalda hacia abajo para que mi hoyito se abriera quedando a su disposición. Se dejó ir hacia el inmediatamente, dando lenguetazos, sentía sus bigotes en mis nalgas y su lengua humedeciendo mi rajita.

Estaba muerto de placer, sentía mi pequeña verga a reventar, me dolía de lo parada que la traía. De pronto don Alfonso comenzó a introducir su dedo, suave, lento, poco a poco. Su dedo medio se fue deslizando hacia mi interior, era una sensación extraña, pero no me desagradaba, al contrario, se sentía genial, dolía un poco, pero él lo hacia suave, delicioso.

Se detuvo y me pidió que me sentara en el sillón, frente a él. Se comenzó a desabrochar el pantalón y se lo bajó, pude ver como en sus calzones se marcaba un gran bulto, duro. Se bajó el calzón lentamente dejando primero asomar una gran mata de pelos para después salir una verga de unos 18 cm, cabezona y gruesa, demasiado gruesa. La cabeza le brillaba llena de un liquido pegajoso. Mis ojos se abrieron por la sorpresa de ver por primera vez una verga adulta, y vaya qué verga. La mía y la de Cristian eran pequeñas y delgadas, aun sin pelos. Esto era monstruoso para mi, un trozo pesado de carne, no aguanté la curiosidad y lo toqué, se la pelé con mi pequeña mano que apenas lograba abarcarla.

El me tomó por detrás de la cabeza con su mano, empujándola hacia su verga, la tenia a unos centímetros de mi cara, me llegaba su olor, pegue mi nariz en la punta de su glande llenándola de líquido y luego, pegué mis labios cerrados, abrí un poco al sentir como él presionaba, se la bese, y luego comencé a chupar.

El sabor de su verga caliente fue algo muy extraño, pero no me desagradó, su enorme cabeza llenaba mi pequeña boca haciendo que me atragantara, metió la mitad, llevándola hasta mi garganta, haciendo que me ahogara. Intentó meter un poco más, pero no lo logró.

-¿La quieres en el culo? Me dejas metertela
-¿No duele?
-Te la meto despacito, para que no te duela, ándale
-Ok, pero despacito por favor
-Voltéate, ponte como estabas

Me volví  a poner de rodillas en el bordo del sillón dejando mi culo a su disposición, el volvió a lamer un rato dejándolo lo mas húmedo que pudo, y me metió su dedo dilatándolo para poder clavarme.

De pronto sentí como su verga caliente toco las paredes de mis nalgas deslizándose hacia la entrada de mi hoyito, presionó pero no logró que entrara, presionó más fuerte pero no avanzaba. Escupió y volvió a meter su dedo y luego trató de meter otro pero el dolor fue insoportable.

-No te va a entrar cabrón estás bien cerradito
-Pero yo si quiero
-Quieres que lo intentemos otro día, tengo una idea, para que lo disfrutemos más, en un lugar más cómodo
-Si está bien
-Ven chupamela pues para venirme

Se comenzó a masturbar en mi cara, yo abría mi boca y le daba unos pequeños lenguetazos hasta que de pronto comenzó a lanzar chorros de mecos, metió su verga a mi boca para que cayera todo adentro y me ordenó que me los comiera. Me los tragué por completo, pude sentir como se deslizaban calientes, salados y espesos por mi garganta.

Después de eso me llevó a mi casa, me pidió que no le dijera nada a Cristian, que el hablaría con él para decirle que no lo iba a regañar, pero que no quería que volviéramos a hacer eso. También nos pusimos de acuerdo para que el viernes en la noche yo pidiera permiso para quedarme en su casa, como casi todos los fines de semana, él pasaría pero mí, pero iríamos a otro lugar.

Se llegó el Viernes, yo estaba muy nervioso pero emocionado, durante los días previos había estado jugando con mi culito, metiéndome mi propio dedo y de verdad comenzaba a encontrarle el placer. Don Alfonso pasó por mí, ya tenía todo arreglado en su casa para decir que saldría de viaje por trabajo y que no llegaría a dormir, mis papas ni se preocuparon cuando vieron que me iba con él. Era el papa de mi mejor amigo.

Llegamos a un hotel, él ya había hecho la reservación con anticipación, era un hotel familiar así que fácilmente pasé como su hijo, nos dirigimos a la habitación. Estando ahí me dijo:

-Quiero que hagamos un juego, vamos a hacer como que tú eres mi esposa y yo tu esposo y esta es nuestra luna de miel

Inmediatamente entramos en personaje, me cargó en sus brazos y me llevó hasta la cama, me dejó caer sobre ella con suavidad y lentamente se fue subiendo sobre mí, sentí su cuerpo pesado y su calor, aún teníamos la ropa puesta los dos. Acarició mi cara y pasó sus dedos por mis labios y después se acercó lentamente para darme un beso que primero fue suave y después aumentó. Era la primera vez que yo besaba, realmente no sabía como hacerlo, pero sentir sus labios y su lengua húmeda metiéndose en mi boca era una sensación que verdaderamente me agradaba, sus labios salieron de mi boca y se dirigieron a mi cuello mientras con sus manos lentamente subía por mi abdomen entre mi playera hasta llegar a mis pechos. Sentí sus manos tibias acariciando mis pequeños pezones que inmediatamente se pusieron duros.

Después me levantó la playera y se comenzó a quitar su camisa. Vi su pecho lleno de pelos lacios y negros y su barriga prominente también llena de pelos. Me quitó los tenis y el pantalón dejándome únicamente en ropa interior, abriendo un poco mis piernas se acomodó nuevamente sobre mí. Cuando sentí su abdomen peludo tocar el mío cerré los ojos de placer, nuestras pieles tibias rozaban y él me besaba nuevamente. Luego el cuello otra vez y después los pezones. Pasaba de uno a otro llenándolos de saliva, hasta bajar por mi abdomen y llegar a mis calzones. Ahí comenzó a morder por encima del calzón  suavemente mi pequeño pene erecto.

Me quitó los calzones y los calcetines, estaba completamente desnudo para él, nuestra respiración se agitaba, aun con el pantalón puesto le podía ver su verga gruesa y gorda que ya conocía, que ya me había comido por la boca pero que esta vez no escaparía de clavármela en el culo.

Se levantó un momento para terminar de desvestirse, cuando se quitó el calzón liberó su verga gorda apuntando un poco hacia arriba lista para romper lo que se le pusiera enfrente y esta vez sería mi hoyito, que presintió lo que le esperaba y comenzó a palpitar no se si de miedo o de ganas.

Se montó sobre mi completamente desnudo pegando su verga en la mía, la diferencia de tamaños era evidente, la mía parecía un juguete comparada con la de él. Una verga de hombre tallando una pequeña verga de un niño.

Nos giramos entre besos y caricias y yo quedé montado sobre el, su verga rozaba mis nalgas y él acariciaba mis pechos, después me pidió que le diera la espalda y se llevó mi culito a su boca en un perfecto 69. Su verga quedó a la altura de mi cara y se la comencé a chupar como había hecho hacia unos días, estiró la mano y de un cajón saco un pomo de lubricante, se lo puso en la mano, puso un poco más en mi culo y comenzó a meter su dedo que esta vez entró más fácil, ponía más lubricante y volvía a meter el dedo, uno primero y después con un poco más de esfuerzo dos.

Esta vez sus dedos se deslizaban a mi interior sin tanto esfuerzo, sabía como llevarme al placer porque comenzó a tocar mi próstata. Nunca había eyaculado pero tuve un pequeño orgasmo lanzando un liquido transparente.

-Ya te la voy a meter. ¿Estás listo?
-Tengo miedo
-Te va a gustar vas a ver, acuéstate boca arriba

Lo obedecí, me acosté boca arriba y él se puso frente a mí, levantó mis piernas y se las llevó a los hombros, se colocó bastante lubricante en la verga, y colocó aun más en mi culo, y después la puso en la entrada.

-¿Listo?

Preguntó, yo solo cerré los ojos y tomé un poco de aire, su verga se comenzó a abrir paso entres mis nalgas, su cabeza gorda entro de golpe y yo solté un leve grito, me pidió que no hiciera ruido, pero de verdad me dolía, él empujó un poco más y su verga se deslizó sin piedad de golpe hasta el fondo reventándome el culo sin piedad, partiéndome en dos pedazos con su trozo de carne.

-!Ah ah ah ah ah, duele, duele, ya no!

Exclamé mientras intentaba quitarme, él no me la sacó, la dejó así clavada hasta adentro, el dolor era insoportable, pero su fuerza de hombre era más, en un intento desesperado me giré haciendo que su verga se saliera, mordí una almohada para ahogar mi grito y comencé a llorar, revolcándome en la cama de dolor.

El me veía un poco asustado, con la respiración agitada, le vi la verga con un poco de sangre y me asusté mucho, el dolor comenzó a bajar poco a poco y él se acercó a mi por un costado y me abrazó por detrás, su verga seguía dura.

-Perdón don Alfonso es que me dolió mucho, no puedo, no voy a poder, mejor no
-No te preocupes bebé, no pasa nada

Así como estábamos acostados de lado, él por detrás de mí, acercó su verga, suavemente la comenzó a empujar, esta vez dolió menos, con su mano en mi cintura me empujaba hacia atrás, hacia él. Su verga gorda se abrió paso entre mis entrañas poco a poco nuevamente, me comenzó a besar el cuello y los oídos.

Ya me había metido media verga, yo solo cerraba mis ojos respirando agitadamente, él insistía presionando poco a poco, centímetro a centímetro, hasta que sentí como los pelos de su verga pegaron en mis nalgas. Me tenia clavado, completamente ensartado, mi culo estaba dilatado a mas de su capacidad para poder recibir el grosor de su verga. Sentía completamente inundado de verga mi culito, la sentía caliente, palpitante como si tuviera vida.

Me giró así con la verga adentro, quedando los dos boca arriba, yo sobre él, recostado en su cuerpo, luego, me tomó de las piernas, las abrió y comenzó un mete y saca. Su verga lubricada se deslizaba suave en mi culito virgen, pero poco a poco fue aumentando la velocidad hasta que mi culo se comió sin trabajo su monstruo de carne. Entraba y salia cada vez mas rápido, hasta el fondo, hasta donde sus huevos de macho adulto, cargados de leche pegaban en mis nalgas.

En un giro rápido quede boca abajo con él montado sobre mi, taladrándome el culo, haciendo unos gemidos los mas discretos que podía. De mi culo y de mi boca salían gemidos de dolor mezclados con placer.

-Ya cabroncito, ya eres completamente mío, desde que te vi en el cuarto de mi hijo con el calzoncito abajo y tus nalguitas paraditas te me antojaste, y me dije, si le gusta la verga yo le puedo dar, la mía si es verga de macho. ¿Te gusta, te gusta mi verga? ¿Te gusta como te estoy cogiendo cabron?
-Ahhhh, siii, siiii me gusta
-Yo te voy a dar verga cuando tú quieras cabron, estas nalguitas son mías, ahorita te voy a preñar para dejarte marcado, para que seas solo mio, no quiero saber que te dejes coger por otros, ni si quiera por mi hijo
.No don Alfonso, yo voy a ser solo suyo
-Ahí te va mi chiquito, ahí te va la lechita calientita en el culo. Ahhhhhh, ahhhhhhh me vengooooo ahhhh.

Mi culito se comenzó a inundar con su leche caliente y espesa. Dos, tres, cuatro y uno más. Cinco chorros de mecos salieron disparados, llenando mis entrañas. Quedamos exhaustos, cuando me la sacó mi culo estaba vivo, rojo, ardiendo y escurriendo de mecos. Nos quedamos dormidos, yo sobre su pecho sudado.

En la madrugada me desperté cuando sentí su verga nuevamente clavándome el culo, estaba sobre mi, besándome, le correspondí y lo deje que me cogiera a su antojo. Mi culo ya recibía su verga sin problema, estaba abierto y lubricado para él. En la mañana pedimos desayuno a la habitación y antes de irnos me volvió a coger, en nuevas posiciones, me cargó en sus brazos y me ensarto, levantandome a su antojo, a su ritmo, mientras yo lo abrazaba por el cuello y lo besaba, hasta que me volvió a dejar sus mecos adentro. Después nos bañarnos y salimos del hotel. Me llevó a mi casa, diciéndome que ese seria nuestro secreto.

Aun mi culito podía sentir su verga, todavía no se iba y yo ya esperaba ansioso la próxima vez que estaríamos juntos.




martes, 15 de octubre de 2019

LA MEJOR COGIDA DE MI VIDA

El sexo se puede convertir fácilmente en una adicción. Después de terminar mi primer relación decidí darme un tiempo solo, para disfrutar de mi vida y de mi sexualidad sin compromisos, comencé a salir a bares, antros, saunas y demás lugares de encuentro.

En las noches me masturbaba viendo porno y fue como se me metió la inquietud de un trío. Fantaseaba con estar con dos hombres al mismo tiempo, con sentir la verga de uno taladrándome el culo mientras se la chupaba a otro. Cada vez me animaba a más y perdía miedo a lo que pudiera pasar. En lo único en lo que pensaba era en sexo.

A mis 22 años me convertí en un experto en ligue, sabía dónde encontrar sexo fácilmente, gracias a la tecnología, las aplicaciones y al buen físico que tenía, era cuestión de minutos para quedar con alguien y coger.

Fue así como en una ocasión navegando por una app encontré el perfil de un hombre de 32 años. En la foto se veía muy bien, bastante varonil, buenos pectorales, sin vellos, y una sonrisa encantadora. La descripción de su perfil era clara; "Hombre varonil buscando putito sumiso que aguante una buena verga, que le guste el sexo rudo, sucio y morboso". Inmediatamente lo saludé y comencé la conversación, no había mucho que preguntar así que fui directo.

-Hola
-¿Que onda, quieres verga?
-La neta... sí
-Pasa foto de tu culito

Le envié una de mis mejores fotos, me veía super sexy de perfil, mostrando mis nalgas enormes, y mi cuerpo trabajado, 1.70 de estatura, piel clara y cabello castaño, sin un pelo en el cuerpo.

-¿Eso qué? De tu culo wey, pásala

Nunca me había tomado una foto así, tomé mi celular y me acomodé de manera que se pudiera apreciar mi hoyito y le envía la foto.

-¡Wow que rico, como para comérselo a mordidas!

En eso me manda una foto de su verga, era una verga larga y gruesa, rosita, cabezona y peluda. Mi culo palpito de ganas, quería sentir esa verga.

-Te voy a dar un cogidón wey, ¿si la aguantas? No muchos me la aguantan pero una vez metiendola ya no la saco
-Si wey que rico
-Sabes, también me gusta meterles el puño. ¿Te animas?
-Nunca lo he hecho pero suena rico
-Ya bien dilatadito wey y te meto mi puño. ¿Qué dices?
-Va me late

Estaba muy caliente, quería sentir esa verga ya, y aunque me daba miedo siempre había fantaseado con el fisting, con sentir un puño abriéndome y rompiéndome el culo. En eso estaba, cuando me hace una nueva propuesta

-Tengo un compa que también es activo, vergón, ¿te animas con los dos?, esta es su verga.

Y me manda una foto de otra verga igual de monstruosa que la de él, mi culo comenzó a palpitar de calentura, dos vergas de ese tamaño era más de lo que podía pedir. Le pregunté que si era real la foto de su perfil y me dijo que no, que eran muy discretos, casados, y que si quería era así.

Le dije que sí, pero no quería meterlos a mi casa, así que les propuse que fuéramos a un motel. Nos pusimos de acuerdo para que una hora después pasaran por mi. A los minutos me llega una nueva notificación.

-¿Oye te animas con tres, otro compa igual de vergón, qué dices, tres vergas para ti solito?

En ese momento estaba tan caliente y con tantas ganas de verga que si me hubiera dicho que me cogerían entre 20 lo habría aceptado, así que le dije que sí. Se llegó la hora, yo iba preparado, llevaba condones, lubricantes, me había hecho un enema para aguantar sus embestidas que seguramente serian muy profundas con semejantes  vergas de más de 20cm .

Llegaron por mí en un coche, los tres se veían muy varoniles, me subí en la parte de atrás con uno de ellos, se presentó como Alberto, traía una camisa desabotonada lo que permitía verle su pecho lleno de pelos, se veía que hacía ejercicio, ya que sus brazos casi reventaban la camisa, además tenia una sonrisa seductora que lucía perfecta en esa cara de barba cerrada.

El que manejaba que fue quien me contactó, se llamaba Mario, a diferencia de su amigo, el estaba completamente rasurado de la cara, traía una playera y un pantalón de mezclilla, se veía que él no hacía mucho ejercicio, pero aún así no era gordo, lo que debo confesar es que era demasiado guapo, un señor joven, moderno, hermoso, y tenían razón, los tres eran muy varoniles.

Por último el copiloto, José, volteó para presentarse, y me dio su mano, al apretarme me pude dar cuenta de lo fuerte que era, el tampoco tenía barba ni bigote, pero era igual de guapo, los tres de piel clara y cabello negro, quizá Alberto un poco más moreno.

Mario: ¿Qué? Ya listo para que te rompamos el culo
Yo: Eso creo
Mario: Vamos pues cabrón a darte verga de una vez
Alberto: No mames si es cierto lo que dijiste, tiene carita de niño, y está chaparrito, voy a sentir que me estoy cogiendo un morro, a ver si si nos aguanta a los tres
Mario: Ya le dije al cabrón que sí se raja lo violamos ¿verdad?

Los tres se rieron, tenía nervios, pero era más mi calentura, así que solo sonreí. Nos dirigimos a un motel que quedaba cerca, metimos el coche y nos pasamos a la habitación. Era muy grande con un espejo enorme a un lado de la cama, sillones, tubos, un jacuzzi. Inmediatamente me pidieron que me desvistiera y ellos hicieron lo mismo. Efectivamente eran muy altos los tres. Mario  comenzó a besarme, traía su verga enorme ya parada, completamente desnudo, casi sin vellos a excepción de muy poco en las piernas y un pequeño camino en el abdomen que bajaba hasta su verga. Supe lo salvaje que seria esa sesión de sexo en el momento en que comenzó a apretarme las nalgas con fuerza y a darme nalgadas mientras metía su lengua a mi boca para después escupirme la cara.

Alberto y José se recostaron en la cama observando como su amigo me ponía a que le chupara la verga. La metía salvajemente hasta lo profundo haciendo que casi me vomitara. Los otros seguían observando mientras se la jalaban. Después de chupársela un rato me levantó del cabello y me lanzó a la cama, inmediatamente me puse a chuparle la verga a Alberto, era una verga más gruesa que la de Mario y unos centímetros más larga, morena, encorvada hacia arriba, de esas vergas que en ciertas posiciones te tocan la próstata provocando orgasmos inolvidables, tenía vellos en todo el cuerpo, brazos, pecho, abdomen, piernas, y sobre todo en la verga, mientras se la chupaba con otra mano se la jalaba a José que estaba a un lado, también vergón aunque no como sus amigos, la suya era completamente recta, de esas que se te clavan sin permiso deslizándose hasta el fondo.

Por detrás de mi, Mario comenzó a comerme el culo deliciosamente, su lengua húmeda y caliente recorria mis nalgas lampiñas, escupía y volvía a comer, yo pasaba de verga en verga con mi boca con los dos que tenia delante, me sentía una zorra, y lo era, era la puta de esos tres machos que estaban dispuestos a montarme hasta saciarse, ya quería sentir sus vergas en mi culo, pero quise disfrutar de sus monstruos de carne inundando mi garganta, comiéndome sus jugos.

Mario me daba unas nalgadas muy fuertes, me dolían, sentía como sus enormes manos rompían mi piel, dejándola roja, y nuevamente me comía el culo, lo mordía y metía su lengua. Después comenzó a meter uno de sus gruesos dedos, sin más lubricante que su saliva, mi culito no puso resistencia, y se trago su dedo y luego otro.

Mario: Ahhhhhh no mames putito, que culito tan calientito, estas hirviendo puto, eres una zorrita, así me gustan papá bien putotes. ¿Vas a querer verga de macho?

Me tenia que sacar la verga que traía en la boca para contestarle. De pronto sentí como Mario acomodó su verga en la entrada de mi culo y presionó, yo me retiré y le dije que en la mochila traía un condón, pero no me hizo caso, clavo su cabeza así y presionó metiendo un poco más. Puse mis ojos en blanco, y no lo pude controlar, me entregue completamente al placer, me deje poseer por esa verga caliente, quería sentirla así, a pelo, quemando las paredes de mi culo, la sacó un poco y volvió a escupir y luego me la clavó nuevamente, grité al sentir como me clavó media verga, pero José me tomo del cabello y me puso a tragarme la suya ahogando mi grito.

Mario comenzó a taladrarme con fuerza hasta que mi culo se abrió completamente a su fierro, se puso en cuclillas dejando caer todo su peso sobre mi en cada embestida, mis ojos lloraban al no poder respirar atragantandome con otras dos vergas.

Alberto me comenzó a jalar hacia el haciendo que la verga de Mario se saliera, y me trepo sobre él, me monte encime como jinete en un caballo, pegando mis huevos a su abdomen peludo, inmediatamente acomodo su verga que se deslizo hacia mi interior, yo me la termine de comer dejando caer mis nalgas sobre ella, con todo mi pez, clavandomela hasta lo más profundo, haciendo que mi verga se pusiera dura casi a punto de explotar. Alberco con una de sus manos comenzó a jalarmela aumentando el placer,  con la otra me apretaba suavemente los pezones, mientras yo sobaba su pecho peludo y movía mi cintura en círculos sintiendo su verga tocando cada espacio de mi interior. Mario se puso de pie a un lado mio metiendo su verga en mi boca para que se la chupara mientras José se masturbaba por un lado observándonos.

Luego llego el turno de José y al igual que con Alberto me monte sobre él, sin embargo el fue más salvaje, me comenzó a coger muy rápido, haciendo que su verga tocara el interior de mi intestino causando un fuerte dolor que me hizo casi querer vomitar. Sudabamos a chorros.

Mario se puso por detrás de mi y aun con la verga de José adentro se acomodó para metermela el también. Sabía lo que quería hacer, sentí un poco de miedo pero su verga no pidió permiso, se deslizo hacia mi interior haciendo que mi culo tronara. El dolor fue insoportable y grité, incluso intenté quitarme pero esos dos machos me tenían prisionero, sis dos vergas tallaban mi culo abriéndolo y llevándolo a limites inexplicables, me encorvé del dolor y José aprovecho para besarme. Su beso me calentó y comencé a disfrutar la embestida.

Alberto se arrimo por un lado, quería participar, se puso de pie a mi costado y tomándome del cabello llevó mi boca a su verga, que clavo hasta mi garganta, de reojo pude verme en el espejo dominado por esos tres machos  sentía que me desvanecía de placer. Mario comenzó a hacer ruidos extraños y pude sentir como su verga se vaciaba en mi interior, al sentirlo Jose también se comenzó a venir mezclando  batiendo los mecos de su amigo con los suyos en mi culo.

Alberto por su parte se comenzó a venir en mi boca, yo me tragué cada gota de su semen salado, que para mi era como un manjar.

Nos desplomamos los tres sobre la cama, pero aun estaba pendiente algo.

Mario comenzó a pasar su mano por mi culito, yo solo cerré los ojos, esperando a que comenzara a meter su mano. Mi culo estaba completamente dilatado, pero aun así su puño era demasiado grande, tenía cuatro dedos adentro de mi culo y presionaba por meter su puño completo, no lo logro a la primera así que se lleno la mano de lubricante. Alberto y José me tomaron cada uno de una pie levantándolos hasta mi cabeza haciendo que mi culo quedara completamente expuesto, no me podía mover, estaba preso entre la fuerza de sus brazos. Mario acercó nuevamente su mano y metiendo dos dedos y después nuevamente cuatro fue deslizando.

Cuando llegó a la parte más gruesa de su mano mi culo se resistió un segundo y de pronto se abrió haciendo que su mano se deslizara en mi culo hasta la muñeca, exclame un gemido de placer mezclado con dolor, pero no me pude mover, Mario comenzó a meter más profundo su mano, sentia sus dedos en mi interior acariciando las paredes de mi ano, empujando y abriendo todo a su paso, era una sensación indescriptible.

De pronto saco su mano haciendo que mi ano casi se saliera, José lo quiso intentar e inmediatamente se acomodo para clavarme su puño, lo hizo con la mano cerrada, presionando hasta que entro ya sin trabajo.

José: No mames puto que rico, esto se siente delicioso, que culote tan tragón
Alberto: A ver wey dejame a mi yo también quiero sentir
Mario, les dije cabrones que esto iba a estar genial

Toco el turno de alberto de clavarme su puño, era el que tenía de los tres las manos más grandes, me clavó su puño llevándome hasta las estrellas, los pelos de su brazo, limaban por completo mi ano, estábamos que explotábamos de morbo y calentura, Jose se la comenzó a jalar sobre mi cara mientras o me masturbaba a punto de explotar.

La mano de Alberto llegaba cada vez mas profunda, la sentía en mi interior, llegando hasta mi estomago, de pronto José se comenzó a vaciar en mi cara y Mario acercó su verga para hacer lo mismo, yo también me vacié lanzando chorros de semen que salían disparados hacia mi abdomen mientras Alberto seguía con su puño clavado en mi interior hasta los codos.

Después de eso nos dimos un baño en el jacuzzi los cuatro juntos, ahí, Alberto me volvió a coger, su enorme verga entraba como agua en mi culo dilatado hasta que se vació en mi. Nos terminamos de bañar y me llevaron a mi casa amenazando con repetir.