Cristian era mi mejor amigo, eramos inseparables, estudiábamos en la misma escuela y siempre hacíamos las tareas en equipo juntos. Había días que él se quedaba a dormir en mi casa y otros días que yo me quedaba en la suya.
Él era muy guapo, un niño de piel blanca y cabellos chinos y negros, muy delgado como de 1.60 de estatura, yo era más o menos de esa estatura también, igual de delgado pero un poco más moreno, a veces hasta nos prestábamos la ropa, ya que eramos de la misma talla.
Juntos descubríamos muchas cosas, juegos, aventuras y travesuras. El acababa de cumplir 11 años y yo estaba por cumplirlos, cuando en una ocasión que me quedé a dormir en su casa me preguntó que si no me gustaba nadie de la escuela. Yo nunca había pensado en eso, la verdad era que no.
Me dijo que le gustaba Natalia, la niña más bonita del salón, que le gustaba tanto que a veces se le paraba de pensar en ella, que le gustaba verle las nalgas e imaginaba que se las tocaba. Después de eso cambiamos de tema hasta que nos quedamos dormidos. Cuando estábamos en su casa dormíamos en la misma cama, ya que su cama era matrimonial y cabíamos perfectamente los dos.
Esa noche, mientras dormía comencé a sentir que Cristian estaba acariciando mis nalgas, con movimientos muy suaves y tiernos, pasaba sus manos lentamente por mis nalgas, me había bajado el boxer para poder hacerlo.
Al principio no entendí que estaba pasando, pero tampoco me quité, ni le dije nada, a decir verdad era una sensación muy placentera, sentir sus manos suaves acariciando mis nalgas lisas aun de niño, como la piel de un bebé.
Después de un rato me quedé dormido y no me di cuenta a que hora dejo de hacerlo, al día siguiente no platicamos de eso, hicimos como si nada, seguimos jugando y pasándola bien.
Después de eso, cada que me quedaba en casa de Cristian, en la noche pasaba lo mismo, me bajaba el boxer y comenzaba a acariciarme, hubo ocasiones en que sentía que mi verga se paraba de la excitación, pero nunca decía nada, me quedaba inmóvil, boca abajo, dejando que el me acariciara.
Una ocasión después de acariciarme un buen rato, sentí que se bajó el boxer y se me subió encima, su pequña verga de unos 10 cm, delgada y erecta tocó mis nalgas, abrí los ojos un poco asustado, pero no le dije nada. El comenzó a moverse como si me estuviera cogiendo pero no me penetró, solo la pasaba por mis nalgas mientras hacía sonidos de placer.
Un día, después de ganarme en un videojuego, comezón a empujarme haciéndome burla por haber perdido, yo le correspondí el juego empujándolo también como si estuviéramos peleando, fue así como termine boca abajo en el suelo y el sobre mí pegándome su verga en las nalgas, la traía parada, lo podía sentir a través del pantalón. Me quedé inmóvil, dejándolo mover su verga tallando mis nalgas. Después me desabrochó el pantalón y me lo bajó, bajándose también él el suyo, pegándome su verga calientita en mis nalgas.
De pronto, se abrió la puerta, no nos habíamos percatado de que no tenía seguro, era el papá de Cristian, don Alfonso, un hombre de 40 años, alto, de piel clara como Cristian, pero de cabello lacio y bigote con algunas canas.
Al escuchar abrir la puerta Cristian se bajó de mí, dejando mis nalgas al descubierto, inmediatamente trate de subirme el pantalón pero don Alfonso ya nos había visto. No dijimos nada, estábamos paralizados de miedo. Don Alfonso se dirigió hacia mí.
-Toma tus cosas para llevarte a tu casa, contigo hablo cuando regrese Cristian.
Se salió de la habitación dejándonos a Cristian y a mí solos, en silencio, lo vi con miedo, sabíamos que lo que habíamos hecho estaba mal, eramos unos niños y además, nuestras familias eran muy conservadoras y por lo menos para mis padres, tener un hijo gay sería lo peor que les podría pasar.
Tomé mis cosas y salí de la casa, don Alfonso ya me estaba esperando en el coche. Me subí en el lado del copiloto y arrancamos en dirección a mi casa. Yo no decía nada, los dos íbamos en silencio hasta que él tomó la palabra.
-¿De quien fue la idea de hacer eso?
-No estábamos haciendo nada señor, de verdad, solo estábamos jugando
-¿Jugando? ¿A eso le llamas jugar? Si los vi, los vi con los calzones abajo y a mi hijo sobre ti
-Pero no hicimos nada
-Pues a ver que piensan tus papás de esto, no creo que les agrade mucho
-No señor, no les diga, por favor no les diga, ya no lo volvemos a hacer
-Claro que ya no lo van a volver a hacer, pero les tengo que decir a tus padres
Comencé a llorar, estaba muy asustado, no sabía lo que mi padre me haría si se enteraba, además yo perdía aun más, porque era a mi al que parecía que me estaban cogiendo, aunque en realidad Cristian no me había penetrado, todo hacía parecer que sí. Le supliqué a don Alfonso que no dijere nada. El se quedó un momento en silencio y de pronto me dijo:
-Está bien no les voy a decir nada a tus papás, pero con una condición
-Lo que sea señor, pero por favor no diga nada
-Me vas a acompañar a un lugar
Después de un rato, llegamos a una oficina, el papá de mi amigo era abogado y tenía un pequeño despacho. Dentro de su oficina había una pequeña sala y un escritorio, una ventana grande que daba a la calle. Encendió la luz y cerró las cortinas.
-Muy bien, si quieres que no diga nada vas a hacer lo que yo te diga ¿Está bien?
-Si señor, lo que usted quiera
-Bájate los pantalones
-¿Para qué?
-Te dije que ibas a hacer lo que yo te dijera, no preguntes solo bájate los pantalones y los calzones
Lo obedecí, me bajé mi pantalón y los calzones, él se acercó por detrás de mí y comenzó a tocar mis nalgas, al sentir su mano un escalofrío recorrió mi cuerpo, su mano era suave como las de Cristian, aunque lógicamente mas grande, apretó una de mis nalgas con una mano y casi la abarco por completo, sus dedos eras gruesos. Mi corazón se aceleró, tenía miedo pero era muy placentero.
-¿Entonces te gusta esto, te gusta que te cojan?
-No lo sé señor, de verdad con Cristian no hicimos eso, solo me pegó su pene en las nalgas, pero no me lo metió
-¿Ah no y por qué, no quisiste?
-No, es que solo estábamos jugando
-Y no te gustaría saber que se siente, que te la metan
-No sé, me da miedo
-No tengas miedo, te va a gustar vas a ver
Se llevó la mano a su boca, escupió en sus dedos, después la llevó nuevamente a mis nalgas deslizando sus dedos húmedos por la saliva entre ellas, comenzó a acariciar mi culito, mi respiración se agitó más y mi pequeña verga se puso dura. El lo notó.
-Ves, te dije que se sentía rico, mi hijo apenas es un niño, él no sabe de esto, yo sí, ¿Quieres probar más?
Le contesté que sí con un suave gemido, don Alfonso me había puesto muy caliente, su dedo medio se deslizaba suavemente tocando mi culito, era una sensación deliciosa, de pronto, comenzó a presionar haciendo que mi hoyito se abriera. Instintivamente apreté pero el me pidió que me relajara.
Se puso de rodillas detrás de mí, pidiéndome que me doblara un poco. Mis nalgas estaban a la altura de su cara, acercó lentamente su boca. Al sentir sus labios en mis nalgas, lancé un leve gemido de placer, que aumentó en el momento en que su lengua se abrió paso para tocar la entrada de mi culito.
Me llevó a uno de los sillones que tenía ahí pidiéndome que me quitara por completo el pantalón y los zapatos. Me puso de rodillas en el bordo del sillón y presionó mi espalda hacia abajo para que mi hoyito se abriera quedando a su disposición. Se dejó ir hacia el inmediatamente, dando lenguetazos, sentía sus bigotes en mis nalgas y su lengua humedeciendo mi rajita.
Estaba muerto de placer, sentía mi pequeña verga a reventar, me dolía de lo parada que la traía. De pronto don Alfonso comenzó a introducir su dedo, suave, lento, poco a poco. Su dedo medio se fue deslizando hacia mi interior, era una sensación extraña, pero no me desagradaba, al contrario, se sentía genial, dolía un poco, pero él lo hacia suave, delicioso.
Se detuvo y me pidió que me sentara en el sillón, frente a él. Se comenzó a desabrochar el pantalón y se lo bajó, pude ver como en sus calzones se marcaba un gran bulto, duro. Se bajó el calzón lentamente dejando primero asomar una gran mata de pelos para después salir una verga de unos 18 cm, cabezona y gruesa, demasiado gruesa. La cabeza le brillaba llena de un liquido pegajoso. Mis ojos se abrieron por la sorpresa de ver por primera vez una verga adulta, y vaya qué verga. La mía y la de Cristian eran pequeñas y delgadas, aun sin pelos. Esto era monstruoso para mi, un trozo pesado de carne, no aguanté la curiosidad y lo toqué, se la pelé con mi pequeña mano que apenas lograba abarcarla.
El me tomó por detrás de la cabeza con su mano, empujándola hacia su verga, la tenia a unos centímetros de mi cara, me llegaba su olor, pegue mi nariz en la punta de su glande llenándola de líquido y luego, pegué mis labios cerrados, abrí un poco al sentir como él presionaba, se la bese, y luego comencé a chupar.
El sabor de su verga caliente fue algo muy extraño, pero no me desagradó, su enorme cabeza llenaba mi pequeña boca haciendo que me atragantara, metió la mitad, llevándola hasta mi garganta, haciendo que me ahogara. Intentó meter un poco más, pero no lo logró.
-¿La quieres en el culo? Me dejas metertela
-¿No duele?
-Te la meto despacito, para que no te duela, ándale
-Ok, pero despacito por favor
-Voltéate, ponte como estabas
Me volví a poner de rodillas en el bordo del sillón dejando mi culo a su disposición, el volvió a lamer un rato dejándolo lo mas húmedo que pudo, y me metió su dedo dilatándolo para poder clavarme.
De pronto sentí como su verga caliente toco las paredes de mis nalgas deslizándose hacia la entrada de mi hoyito, presionó pero no logró que entrara, presionó más fuerte pero no avanzaba. Escupió y volvió a meter su dedo y luego trató de meter otro pero el dolor fue insoportable.
-No te va a entrar cabrón estás bien cerradito
-Pero yo si quiero
-Quieres que lo intentemos otro día, tengo una idea, para que lo disfrutemos más, en un lugar más cómodo
-Si está bien
-Ven chupamela pues para venirme
Se comenzó a masturbar en mi cara, yo abría mi boca y le daba unos pequeños lenguetazos hasta que de pronto comenzó a lanzar chorros de mecos, metió su verga a mi boca para que cayera todo adentro y me ordenó que me los comiera. Me los tragué por completo, pude sentir como se deslizaban calientes, salados y espesos por mi garganta.
Después de eso me llevó a mi casa, me pidió que no le dijera nada a Cristian, que el hablaría con él para decirle que no lo iba a regañar, pero que no quería que volviéramos a hacer eso. También nos pusimos de acuerdo para que el viernes en la noche yo pidiera permiso para quedarme en su casa, como casi todos los fines de semana, él pasaría pero mí, pero iríamos a otro lugar.
Se llegó el Viernes, yo estaba muy nervioso pero emocionado, durante los días previos había estado jugando con mi culito, metiéndome mi propio dedo y de verdad comenzaba a encontrarle el placer. Don Alfonso pasó por mí, ya tenía todo arreglado en su casa para decir que saldría de viaje por trabajo y que no llegaría a dormir, mis papas ni se preocuparon cuando vieron que me iba con él. Era el papa de mi mejor amigo.
Llegamos a un hotel, él ya había hecho la reservación con anticipación, era un hotel familiar así que fácilmente pasé como su hijo, nos dirigimos a la habitación. Estando ahí me dijo:
-Quiero que hagamos un juego, vamos a hacer como que tú eres mi esposa y yo tu esposo y esta es nuestra luna de miel
Inmediatamente entramos en personaje, me cargó en sus brazos y me llevó hasta la cama, me dejó caer sobre ella con suavidad y lentamente se fue subiendo sobre mí, sentí su cuerpo pesado y su calor, aún teníamos la ropa puesta los dos. Acarició mi cara y pasó sus dedos por mis labios y después se acercó lentamente para darme un beso que primero fue suave y después aumentó. Era la primera vez que yo besaba, realmente no sabía como hacerlo, pero sentir sus labios y su lengua húmeda metiéndose en mi boca era una sensación que verdaderamente me agradaba, sus labios salieron de mi boca y se dirigieron a mi cuello mientras con sus manos lentamente subía por mi abdomen entre mi playera hasta llegar a mis pechos. Sentí sus manos tibias acariciando mis pequeños pezones que inmediatamente se pusieron duros.
Después me levantó la playera y se comenzó a quitar su camisa. Vi su pecho lleno de pelos lacios y negros y su barriga prominente también llena de pelos. Me quitó los tenis y el pantalón dejándome únicamente en ropa interior, abriendo un poco mis piernas se acomodó nuevamente sobre mí. Cuando sentí su abdomen peludo tocar el mío cerré los ojos de placer, nuestras pieles tibias rozaban y él me besaba nuevamente. Luego el cuello otra vez y después los pezones. Pasaba de uno a otro llenándolos de saliva, hasta bajar por mi abdomen y llegar a mis calzones. Ahí comenzó a morder por encima del calzón suavemente mi pequeño pene erecto.
Me quitó los calzones y los calcetines, estaba completamente desnudo para él, nuestra respiración se agitaba, aun con el pantalón puesto le podía ver su verga gruesa y gorda que ya conocía, que ya me había comido por la boca pero que esta vez no escaparía de clavármela en el culo.
Se levantó un momento para terminar de desvestirse, cuando se quitó el calzón liberó su verga gorda apuntando un poco hacia arriba lista para romper lo que se le pusiera enfrente y esta vez sería mi hoyito, que presintió lo que le esperaba y comenzó a palpitar no se si de miedo o de ganas.
Se montó sobre mi completamente desnudo pegando su verga en la mía, la diferencia de tamaños era evidente, la mía parecía un juguete comparada con la de él. Una verga de hombre tallando una pequeña verga de un niño.
Nos giramos entre besos y caricias y yo quedé montado sobre el, su verga rozaba mis nalgas y él acariciaba mis pechos, después me pidió que le diera la espalda y se llevó mi culito a su boca en un perfecto 69. Su verga quedó a la altura de mi cara y se la comencé a chupar como había hecho hacia unos días, estiró la mano y de un cajón saco un pomo de lubricante, se lo puso en la mano, puso un poco más en mi culo y comenzó a meter su dedo que esta vez entró más fácil, ponía más lubricante y volvía a meter el dedo, uno primero y después con un poco más de esfuerzo dos.
Esta vez sus dedos se deslizaban a mi interior sin tanto esfuerzo, sabía como llevarme al placer porque comenzó a tocar mi próstata. Nunca había eyaculado pero tuve un pequeño orgasmo lanzando un liquido transparente.
-Ya te la voy a meter. ¿Estás listo?
-Tengo miedo
-Te va a gustar vas a ver, acuéstate boca arriba
Lo obedecí, me acosté boca arriba y él se puso frente a mí, levantó mis piernas y se las llevó a los hombros, se colocó bastante lubricante en la verga, y colocó aun más en mi culo, y después la puso en la entrada.
-¿Listo?
Preguntó, yo solo cerré los ojos y tomé un poco de aire, su verga se comenzó a abrir paso entres mis nalgas, su cabeza gorda entro de golpe y yo solté un leve grito, me pidió que no hiciera ruido, pero de verdad me dolía, él empujó un poco más y su verga se deslizó sin piedad de golpe hasta el fondo reventándome el culo sin piedad, partiéndome en dos pedazos con su trozo de carne.
-!Ah ah ah ah ah, duele, duele, ya no!
Exclamé mientras intentaba quitarme, él no me la sacó, la dejó así clavada hasta adentro, el dolor era insoportable, pero su fuerza de hombre era más, en un intento desesperado me giré haciendo que su verga se saliera, mordí una almohada para ahogar mi grito y comencé a llorar, revolcándome en la cama de dolor.
El me veía un poco asustado, con la respiración agitada, le vi la verga con un poco de sangre y me asusté mucho, el dolor comenzó a bajar poco a poco y él se acercó a mi por un costado y me abrazó por detrás, su verga seguía dura.
-Perdón don Alfonso es que me dolió mucho, no puedo, no voy a poder, mejor no
-No te preocupes bebé, no pasa nada
Así como estábamos acostados de lado, él por detrás de mí, acercó su verga, suavemente la comenzó a empujar, esta vez dolió menos, con su mano en mi cintura me empujaba hacia atrás, hacia él. Su verga gorda se abrió paso entre mis entrañas poco a poco nuevamente, me comenzó a besar el cuello y los oídos.
Ya me había metido media verga, yo solo cerraba mis ojos respirando agitadamente, él insistía presionando poco a poco, centímetro a centímetro, hasta que sentí como los pelos de su verga pegaron en mis nalgas. Me tenia clavado, completamente ensartado, mi culo estaba dilatado a mas de su capacidad para poder recibir el grosor de su verga. Sentía completamente inundado de verga mi culito, la sentía caliente, palpitante como si tuviera vida.
Me giró así con la verga adentro, quedando los dos boca arriba, yo sobre él, recostado en su cuerpo, luego, me tomó de las piernas, las abrió y comenzó un mete y saca. Su verga lubricada se deslizaba suave en mi culito virgen, pero poco a poco fue aumentando la velocidad hasta que mi culo se comió sin trabajo su monstruo de carne. Entraba y salia cada vez mas rápido, hasta el fondo, hasta donde sus huevos de macho adulto, cargados de leche pegaban en mis nalgas.
En un giro rápido quede boca abajo con él montado sobre mi, taladrándome el culo, haciendo unos gemidos los mas discretos que podía. De mi culo y de mi boca salían gemidos de dolor mezclados con placer.
-Ya cabroncito, ya eres completamente mío, desde que te vi en el cuarto de mi hijo con el calzoncito abajo y tus nalguitas paraditas te me antojaste, y me dije, si le gusta la verga yo le puedo dar, la mía si es verga de macho. ¿Te gusta, te gusta mi verga? ¿Te gusta como te estoy cogiendo cabron?
-Ahhhh, siii, siiii me gusta
-Yo te voy a dar verga cuando tú quieras cabron, estas nalguitas son mías, ahorita te voy a preñar para dejarte marcado, para que seas solo mio, no quiero saber que te dejes coger por otros, ni si quiera por mi hijo
.No don Alfonso, yo voy a ser solo suyo
-Ahí te va mi chiquito, ahí te va la lechita calientita en el culo. Ahhhhhh, ahhhhhhh me vengooooo ahhhh.
Mi culito se comenzó a inundar con su leche caliente y espesa. Dos, tres, cuatro y uno más. Cinco chorros de mecos salieron disparados, llenando mis entrañas. Quedamos exhaustos, cuando me la sacó mi culo estaba vivo, rojo, ardiendo y escurriendo de mecos. Nos quedamos dormidos, yo sobre su pecho sudado.
En la madrugada me desperté cuando sentí su verga nuevamente clavándome el culo, estaba sobre mi, besándome, le correspondí y lo deje que me cogiera a su antojo. Mi culo ya recibía su verga sin problema, estaba abierto y lubricado para él. En la mañana pedimos desayuno a la habitación y antes de irnos me volvió a coger, en nuevas posiciones, me cargó en sus brazos y me ensarto, levantandome a su antojo, a su ritmo, mientras yo lo abrazaba por el cuello y lo besaba, hasta que me volvió a dejar sus mecos adentro. Después nos bañarnos y salimos del hotel. Me llevó a mi casa, diciéndome que ese seria nuestro secreto.
Aun mi culito podía sentir su verga, todavía no se iba y yo ya esperaba ansioso la próxima vez que estaríamos juntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario