sábado, 4 de julio de 2020

AL CLIENTE LO QUE PIDA

Haber puesto mi propia tienda de ropa, era algo de lo que me sentía muy orgulloso. No tuve oportunidad de estudiar más allá de la prepa pero siempre soñé con este negocio. A mis 27 años ya tenía mi casa, mi coche y todo lo que necesitaba para vivir cómodamente, siempre me he considerado atractivo ya que me va muy bien en cuestión de ligue, soy alto, piel morena, lampiño y con un cuerpo que me ha costado mis buenos años de ejercicio, me gusta mucho hacer glúteo ya que la mayoría aman que tenga buenas nalgas, sin embargo a pesar de irme tan bien con los hombres, no había podido establecer ninguna relación formal, todas mis energías estaban puestas en mi negocio, con el tiempo había logrado hacerme de muy buenos clientes y no lo pensaba descuidar.

En una ocasión cuando ya estaba saliendo de la tienda, llegó un cliente que muy seguido compraba, me dijo que si no le podía hacer favor de venderle una camisa, ya que al día siguiente viajaría temprano y no alcanzaría a pasar a comprarla, ya mis empleados se habían ido, pero como dueño, sabía que en ocasiones es necesario hacer ciertos sacrificios por los clientes para generar fidelidad, así que acepté, nos pasamos y cerré nuevamente la puerta, ya que si dejaba abierto podían llegar más cientes y no los podría atender.

Era un chavo como de 30 años, muy guapo, como de 1.75, con un cuerpo bastante rico, no de gimnasio, al contrario, tenía algo de panza, que me encantaba, era un cuerpo de lo más normal, sin embargo algo tenía que me atraía demasiado, me llamaba mucho la atención sus vellos en el pecho y su barba cerrada. No demoró mucho en escoger un par de camisas y pasar al probador, al final le gustaron tanto que se decidió por ambas. Lo invité a pasar al área de caja para cobrarle y mientras lo hacia me comenzó a sacar platica:

-Está muy bonita tu tienda, felicidades, y sobre todo tienes ropa muy padre
-Gracias, que bueno que te gusta
-Se ve rara la tienda así sola, estoy acostumbrado a que siempre hay mucha gente
-Si a veces me ha tocado quedarme aquí solo, acomodando o haciendo cuentas
-Orale, y nunca te has traído a tu novia, o alguna chava? me daría mucho morbo hacerlo aquí jeje

De pronto su pregunta me sorprendió, sin embargo, a decir verdad, varias veces me había masturbado en los vestidores, imaginándome que me la metía algún cliente que me hubiera gustado en el transcurso del día, pero todo había quedado en fantasías, nunca lo había llevado a la realidad.

-No, nunca me he traído a ninguna chava, ni me la pienso traer jeje, no me gustan las mujeres
-Ahh ok, bueno, entonces a un chavo
-Jeje no tampoco
-Discúlpame, creo que me estoy tomando mucha confianza contigo
-No te preocupes no pasa nada
-¿Y tienes pareja?
-No, estoy soltero desde hace tiempo
-Sabes, yo siempre me he considerado hetero, pero últimamente tengo muchísima curiosidad de coger con un wey, nomas para saber que se siente meterla en un culito de hombre
-Pues a lo mejor eres bi, deberías intentarlo y no reprimir tus gustos
-¿Sabes cual es el pedo?, que no tengo con quien calarle, me deberías dar chance jeje
-Jeje no tuvieras tanta suerte

Pensé que estaba bromeando, muchas veces mis amigos hacían comentarios así a manera de broma, sin embargo su tono se volvió muy serio

-Neta wey, tengo ganas de probar un culito, y tú me gustas para eso, perdóname ser tan directo y espero no ofenderte, pero se ve que tienes un culito bien rico

La verdad el wey estaba delicioso, y su insinuación me estaba poniendo muy caliente

-Gracias, pero la verdad no se qué decirte
-Dame chance, ándale, al cabo no hay nadie en la tienda, te voy a coger bien rico, vas a ver que hasta vas a querer repetir, las viejas siempre me ruegan por verga, aunque les duela pero siempre quieren más
-¿La tienes muy grande o qué pedo?

En eso se hace para atrás del mostrador, y se comienza a bajar el cierre, la conversación lo tenía muy caliente, y cuando se sacó la verga ya la traía parada, inmediatamente abrí los ojos, de verdad era una muy buena verga, de esas gorditas que tienen mucha carne, esponjosa y con una cabeza pelona, brillosa, que babeaba de la punta, una verga morena a pesar de ser él de piel blanca, llena de venas que la hacían ver fuerte, dispuesta a romper lo que se pusiera en su paso.

Sin dejar de verlo a los ojos, lentamente salí del mostrador para acercarme, cuando estuve frente a él, le comencé a tocar la verga, a jalarsela suavamente mientras nuestras cara estaban a centímetros, sentía su respiración agitada, estaba nervioso.

-¿Entonces quieres probar un culito de hombre?
-Si, ¿me lo vas prestar?

No le contesté nada, me desabroché el pantalón, y lentamente me baje la parte de atrás dejando mi culo al descubierto, tomé sus manos y las puse sobre mis nalgas que inmediatamente apretó, se veía agitado y un poco nervioso, así que decidí ser yo quién llevara las riendas.

Me puse de rodillas frente a él y mirándolo a los ojos desde mi posición, fui acercando mi boca a su verga, poco a poco hasta que mis labios estuvieron a un centímetro de ella, saqué mi lengua y primero comencé a tocársela con la punta para después suavemente abrir mi boca y comenzar a chupar.

Primero la cabeza, lento, saboreando esa deliciosa baba salada que soltaba y que me hacia tocar el cielo de morbo y placer, seguí despacio, permitiendo que él sintiera la suavidad y la humedad de mi boca. Siempre me gustaron los hombres hetero, o que parecen hetero, me hacían sentir que era una hembra lista y disponible para su macho.

El soltaba gemidos de placer mientras se retorcía, y más aún cuando poco a poco comencé a meterme su verga más a fondo, lentamente cada vez mas profundo hasta mi garganta, su verga gorda y carnosa, caliente y palpitante me ahogó, pero yo me la quería comer toda, era la verga más rica que había probado, sentí como se puso cada vez más dura en mi garganta y desesperado comenzó a moverse de adentro hacia afuera, tomándome del cabello para que no escapara a ningún lado, sentí que me estaba ahogando, los ojos me lloraban al no poder respirar, con mis manos sobre sus piernas me empujé hacia atrás pero no lo lograba, el seguía violandome sin piedad la garganta, su verga resbalaba por mi garganta una y otra vez, solo detuvo porque estuvo a punto de venirse.

Sacó su verga de mi boca completamente ensalivada, se veía loco de placer

-Ya te quiero coger wey
-¿Aquí?
-Si aquí, arrímate al mostrador

Estábamos a unos pasos, me acerqué y recargué mis manos, los dos de pie, él se puso detrás de mí, yo paré mi culo lo mas que pude y él acomodo su verga resbalosa por mi saliva, la colocó entre mis nalgas y dio un fuerte empujón metiéndome media verga de golpe, lancé un leve gemido de dolor ya que de vedad tenía la verga gruesa, y así, sin más, dio otro golpe dejandomela ir hasta el fondo, hasta pegar en mi intestino, podía sentir como las paredes de mi ano se rompían, desgarrándose  para comerse tremenda verga, el dolor me calentó haciéndome levantar más mi cola, para que entrara toda, por completo hasta que sus pelos pegaran en mis nalgas, no quedó ni un centímetro afuera, yo comencé a bramar como perra de placer, de saber que era una verga de macho, la que me estaba matando, la que tenía mis intestinos inundados de verga.

-¿Te dolió puto?
-Si no mames, que vergota tienes
-Es tuya puto, es toda tuya

Cogía muy fuerte sin piedad, me tomaba de la cintura para que no escapara a ningún lado, me besaba el cuello, sentía su lengua húmeda en mis orejas, me tomó del cabello y comenzó a embestirme más fuerte, no pude evitar gritar con cada metida, sentía que me perforaba algo en el interior, era todo un semental vergón. Mientras me cogía terminé de quitarme el pantalón para poder abrir más los pies y mi culo se abriera más, traía mi verga paradisima de lo excitado que estaba.

Después de un rato de estar cogiendo así, se salió y aproveché para voltearme y quedar de frente a él, intenté besarlo pero se resistió un poco, me acerqué nuevamente y esta vez cedió, nos besamos apasionadamente, metía su lengua en mi boca y yo me moría de placer con el sabor de su saliva, lentamente lo fui tumbando sobre una pequeña mesa en donde había playeras dobladas, hasta que que quedó acostado boca arriba, con la verga apuntando al cielo, se veía monstruosa ente enorme, mojada, llena de mí, le quité el pantalón y los calzones, que ya traía hasta abajo para que pudiera abrir los pies.

De golpe me senté en su verga quedando completamente ensartado, me dolió, pero ese dolor yo lo dominaba, me gustaba, me exitaba, el exclamó de placer, sus ojos se quedaron en blanco y yo como un jinete montando su caballo, comencé a cabalgar, metiendo y sacando su verga hasta el fondo cada vez que me sentaba, quería más de su verga, quería arrancarsela con él culo, succionarla hasta lo profundo de mí y que se quedara ahí, exprimirla hasta que soltara toda la leche que sus enormes huevos de macho guardaban y que me llenara se él.

Comencé a cabalgar más rápido poseído por el placer de estarme cogiendo a un cliente en mi propia tienda, con cada cabalgada dejaba caer todo el peso de mi cuerpo sobre su verga que se enterraba por completo en mí.

-Espera wey, espera, no manes, me voy a venir, ya no aguanto wey
-Vente, vente, llenarme el culto de leche cabron, echamelos adentro, preñame como a una perra
-Ah wey no mames, me estas cogiendo tú a mí, que pinché culote tan rico y tan tragon, ve como te la tragas puto, se te va toda sin pedo, ahhhh ya me vengo.

Comenzó a expulsar su leche en mí, se retorcía de placer, su leche se me salía con cada nuevo sentón, comenzó a escurrirseme, pero yo seguía cabalgando

-Ya wey, ya quítate, no mames yaaaa

Pero no hice caso y seguí montando su verga, hasta que comencé a venirme yo también a chorros, que salían disparados hasta su cara, él solo cerraba los ojos.

Cuando terminé, me desplome sobre su pecho, y nos quedamos un momento así, sin hablar, recuperandonos.

Cuando habló nuevamente me dijo.

-We traigo la pinché cara llena de mecos, pero qué pinché rico estuvo, no mames que perro cogidon me diste, hasta me duele la verga, ya me imagino como te quedó el culo

Me puse de pie y me agache, abrí mi culo con las manos y el resto de sus mecos se empezaron a salir, se levantó tambien y metió su dedo, luego, otro y otro.

-Qué pinche rico, te quedó el culito bien abierto y bien preñado, todavía traes ahí a mis morros. Quieres quieres que te los bata otro rato, todavía traigo más.

Y así sin oreguntarme, me volvió a enterrar su verga que ta traía parada nuevamente. Esta vez no hice nada, lo dejé que él me cogiera a su ritmo, solo levanté el culo para que se le hiciera más fácil.

Su verga gorda entraba sin piedad, deslizandose entre sus mecos, batiendolos en mi culo, yo ya no estaba tan excitado así que esta vez, a pesar de que mi culo estaba completamente dilatado, sentí más dolor, sentí como su verga me topaba hasta el fondo. Cuando me dijo que se iba a venir, me salí y me llevé su verga a mi boca, tragandome sus mecos salados, succionando hasta la última gota, dejando sus huevos secos. Me puse de pie y me beso, despues de eso me dijo.

-Es el sexo más pinche puerco pero más rico que he tenido en mi vida, gracias por prestarme tu culito, pero no te la voy a perdonar, esto se tiene que repetir.

Ese día nos despedimos, él salió de la tienda y yo me quedé acomodando el desorden que habiamos causado.

Muchas veces ha regresado a comprar, siempre, cuando estoy a punto de cerrar.

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