sábado, 6 de julio de 2019

LA VERGA DE JOSUÉ


Todo pasó cuando comencé a trabajar a mis 18 años, había terminado la preparatoria y por falta de dinero no pude seguir estudiando. Yo era un joven muy bajito, de piel clara y cabello rubio, cara de niño y sin ningún bello el cuerpo, la verdad es que, aunque disimulaba, era algo afeminado. Mi pueblo era muy pequeño y un lugar muy tranquilo, me pesaba eso mucho porque sabía que nunca podría llevar una vida abierta, ya que la gente es conservadora y ser gay está muy mal visto. Nunca había estado sexualmente con nadie.
Un día cuando me dirigía a mi trabajo pasé a una pequeña panadería que estaba cerca. Fue ahí donde lo vi por primera vez. Un hombre alto como de 1.95 que comparado con mis 1.65 me hacía tener que voltear hacia arriba para poder verlo a los ojos.
Era un hombre guapo, joven, como de 35 años. Tenía un cuerpo muy bien trabajado, de piel blanca, unos brazos enormes y una sonrisa hermosa, el cabello negro, corto y algo chino. No pude evitar verlo con deseo y nervios.
Era nuevo en el pueblo, se había separado de su esposa y unos familiares que vivían aquí le habían dado trabajo en la panadería. Después de ese día pasaba seguido a la panadería para verlo, en varias ocasiones me descubrió observando su trasero y su entrepierna. También lo llegué a ver en la calle y por más que disimulaba no podía evitar voltear a ver a semejante hombre.
En una ocasión salí a tomar unos tragos a un bar con mis amigos, y ahí estaba el en otra mesa, tomándose una cerveza. Fueron varias las veces que me descubrió nuevamente viéndolo, yo volteaba rápidamente hacia otro lado para disimular.
Después de algunos tragos me dirigí al baño y justo cuando salía a lavarme las manos, ahí estaba él lavándose las suyas. Estar junto a él me puso muy nervioso, pero trate de disimular hasta que de pronto me saludó diciendo.
- ¿Hola cómo estás?
-Bien ¿y tú?
-También, gracias. ¿Si te acuerdas de mí?
-Si claro, eres de la panadería.
- ¿Y qué onda, le van a seguir otro rato?
-No yo creo que yo ya casi me voy.
- ¿Pásame tu teléfono no? A ver que se arma más tarde.
-Si… claro
Me sorprendió mucho, en realidad no nos conocíamos, ni siquiera sabía su nombre, pero quizá solo estaba siendo amable o quería hacer amigos. Algo confundido y sin entender lo que pasaba le di mi número y quedó de escribirme, después salió del baño y se retiró del lugar. Media hora después estaba recibiendo un mensaje de él que me decía:
- ¿Qué onda sigues en el bar?
- Si, ya voy de salida
- ¿Quieres venir a mi casa? estoy solo
Me sorprendió mucho que me dijera eso, ¿Qué tenía que ver que estuviera solo? Me invadió la duda y la curiosidad, quizá se había dado cuenta de que me gustaba, pero, ¿Sería posible que yo también a él? No parecía posible que él fuera gay o que tuviera un interés en mí. Sin embargo, no le podía rechazar la invitación, tenía que descubrir de qué se trataba, así que acepté y le pedí la ubicación de su casa.
Tenía mucho miedo y nervios, ya que nunca había ido a casa de alguien que prácticamente era un extraño. Sospechaba qué era lo que buscaba, pero aun así no me lo podía creer. Aún con miedo y todo, me despedí de mis amigos inventando un pretexto y me dirigí a su casa.
Cuando llegué, él ya estaba en pijama y solo traía una camiseta sin mangas lo que dejaba ver sus brazos fuertes y grandes. Me pasé y me ofreció algo de tomar a lo que contesté que no, acto seguido me invitó a su recamara. En ese momento entendí que mis sospechas eran ciertas, el corazón me comenzó a latir. Estando ahí cerró la puerta y me dijo:
- ¿Y qué onda, si aguantas rico la verga?
-Pues no sé, la verdad nunca he estado con nadie ¿por qué me lo preguntas?
-Entonces eres virgen cabrón, con mayor razón te lo digo porque tengo una vergota, ninguna vieja me la ha aguantado por el culo, no me gustan los hombres, pero desde hace tiempo me he dado cuenta que me traes ganas y pues la neta ando medio pedo y bien caliente, traigo los huevos que me revientan de leche, además se ve que eres bien putito y la neta quiero probar, solo que me gusta coger duro así que te advierto para si no mejor le caigas.
No sabía en lo que me estaba metiendo, pero no le podía decir que no, me gustaba y no dejaría pasar la oportunidad, así que provocándolo aún más le dije.
-No importa, hazme lo que quieras, soy virgen, pero cógeme como tú quieras, aunque me rompas mi culito
-Ya dijiste cabrón
Se empezó a sobar la verga y después empujándome del hombro hacia abajo me ordenó que me pusiera de rodillas, me tomó del cabello y comenzó a pegar mi cara contra su bulto, podía sentir como se comenzaba a poner duro. Después se bajó un poco el pantalón y el calzón dejando ver su enorme animal, era una verga enorme como me había advertido, de unos 23 cm, gruesa y con unas venas que resaltaban, no tenía circuncisión, pero su cabeza rosada se asomaba brillando con algo de líquido en la punta. Como pude, a pesar del asombró, comencé a chupar, era un poco inexperto, pero estaba disfrutando de sobremanera esa delicia de verga, de pronto comencé a sentir como empujaba a un más, llegando hasta lo profundo de mi garganta, la dejaba un tiempo así hasta que veía que me estaba ahogando, me retiraba tosiendo y con lágrimas en los ojos. Así estuvo un rato hasta que me ordenó que me desvistiera y el comenzó a desvestirse también.
-Ahora si cabrón te voy a dar la cogida de tu vida puto, ponte a cuatro patas en el bordo de la cama.
Le obedecí y de pronto sentí como con sus manos tomándome de la cadera levantó mis nalgas, después empujó mi espalda haciendo que mi pecho quedara pegado al colchón.
No mames cabrón que delicioso culo tienes, me dijo y comenzó a lamer, cuando sentí su lengua húmeda en mi culo sentí un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo, lamia besaba y escupía y luego se retiraba para darme unas nalgadas, la primera vez exclamé un ¡ay! Pero me dijo:
-Te aguantas puto, esto es lo que querías.
En seguida se escupió la mano con bastante saliva y la pasó por mi culito dejándolo más húmedo aún de lo que ya estaba.
- ¿Ya quieres la verga cabrón?
-Sí
-No mames estás bien cerradito, no vayas a gritar fuerte que los vecinos escuchan, si te duele te aguantas y muerdes la almohada
De pronto sentí que puso su dedo medio en mi entrada y comenzó a empujar, le costaba bastante así que presionó hasta que logró meterlo de golpe, yo solo exclamé un ahhhhhh y me retiré un poco. El, tomándome de la cadera nuevamente me hizo para atrás y me dijo:
-Aguántese cabrón que apenas es el dedo y lo volvió a meter de golpe, así estuvo un rato, yo sentía como mi ano se rompía con su enorme dedo, lo metía y lo sacaba hasta que no le costó tanto trabajo. De pronto lo saco y acomodó su verga. Él estaba de pie al bordo de la cama, detrás de mí, y yo de espaldas ofreciéndole mi culito virgen. Me tomó nuevamente de la cadera y volteando a la derecha pude ver en un espejo la imagen de ese hombre enorme con su verga que parecía un brazo apuntándome directamente. Sus manos en mi cadera presionaron con fuerza para que no me escapara a ningún lado y de pronto sentí. Su verga comenzó a entrar, era un trozo caliente de carne que rompía todo a su paso, sentía como mi ano se abría a su máxima capacidad, sentía el ardor con cada centímetro, el dolor se volvía insoportable, aunque trataba de aguantar mi cuerpo se quería retirar, se quería rendir, pero sus manos no me dejaban escapar, el dejaba caer todo su peso haciendo que su verga fuera entrando sin piedad. Por la posición podía sentir que me llegaba hasta el estómago y me lastimaba, pero no debía gritar, así que me aguanté dejando solo exclamar algunos quejidos.
-Ya casi está todo adentró puto, ya casi tienes todo mi fierro adentro, de aquí ya no te me escapas.
Y comenzó a salirse solo un poco para luego volver a empujar, con cada embestida sentía como llegaba a lo más profundo de mi ser, era un dolor casi insoportable, pero de pronto verme nuevamente en el espejo, como una perra siendo embestida por su macho, elevó mi calentura aún más haciendo que yo mismo levantara mi culo entregándome completamente a él, sentí como resbalaban los centímetros que faltaban y como sus bellos púbicos pegaban en mis nalgas, tenía toda su verga adentro. Después el movimiento comenzó a hacerse más rápido, a pesar del dolor, a mi culito ya nada lo protegía, su verga entraba y salía más fácilmente lo que le permitió que cada vez me cogiera más y más duro.
Después me sacó la verga y pude sentir un poco de alivio, aunque mi culo parecía un corazón que palpitaba, me pidió que me pusiera a mitad de la cama boca arriba y él se subió también quedando frente a mí para poder elevar mis piernas a sus hombros, y volver a acomodar su verga.
No le costó nada, la metió de golpe, pero tampoco pude escapar, esta vez no tenía que ver el espejo, lo tenía frente a mí, podía ver su cara de placer. Mientras me comenzó a coger salvajemente nuevamente, me besaba con una pasión que desgarraba mi boca, me escupía y me decía que era su perrita, después abrió mis piernas con sus brazos y comenzó a hacer las embestidas de manera muy salvaje, cada que se salía sentía que todo mi ser se salía también, así estuvo casi una hora cogiéndome, metiendo y sacando su verga, me besaba me escupía y me jalaba el cabello, nunca dejé de sentir dolor, pero de pronto el dolor era placentero, saber que era su verga caliente como una braza dentro de mí me ponía a mil, yo movía mi cadera y me empujaba hacia él. Después de más de una hora de estar así me dijo que se iba a venir. Aceleró las embestidas haciendo que su verga pegara en el interior de mi ano, taladrando con fuerza, sentía que rompía mi interior, después dando una última embestida profunda comenzó a soltar chorros de leche, una embestida más y otros chorros de leche más. Podía sentir su verga palpitando, y sus chorros de semen caliente inhumando mi interior. No paraba de llenarme, salían chorros y más chorros. Después de que terminó se quedó un rato así y después me la saco, pude sentir como al salirse salían también todos los mecos que me había dejado adentro, pensé que me había hecho del baño, por todo lo que me salía, así que me toqué llenando mi mano con su semen. La tomó y la dirigió hacia mi boca haciendo que probara su leche, me lamí los dedos comiéndome su delicioso manjar.
Esa noche dormí con él, a las pocas horas me volvió a coger igual de salvaje, y por la mañana antes de retirarme, nuevamente. Salí de su casa a penas de pie, apenas podía caminar, aun sentía su verga adentro y la sentiría por mucho tiempo.

2 comentarios:

  1. Muy buen relato me hace imaginar mis encuentros.

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    1. Me gusta los Buenos relatos por que tengo experiencia para compartir

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