Todo pasó
cuando comencé a trabajar a mis 18 años, había terminado la preparatoria y por falta
de dinero no pude seguir estudiando. Yo era un joven muy bajito, de piel clara
y cabello rubio, cara de niño y sin ningún bello el cuerpo, la verdad es que,
aunque disimulaba, era algo afeminado. Mi pueblo era muy pequeño y un lugar muy
tranquilo, me pesaba eso mucho porque sabía que nunca podría llevar una vida
abierta, ya que la gente es conservadora y ser gay está muy mal visto. Nunca
había estado sexualmente con nadie.
Un día
cuando me dirigía a mi trabajo pasé a una pequeña panadería que estaba cerca.
Fue ahí donde lo vi por primera vez. Un hombre alto como de 1.95 que comparado
con mis 1.65 me hacía tener que voltear hacia arriba para poder verlo a los
ojos.
Era un
hombre guapo, joven, como de 35 años. Tenía un cuerpo muy bien trabajado, de
piel blanca, unos brazos enormes y una sonrisa hermosa, el cabello negro, corto
y algo chino. No pude evitar verlo con deseo y nervios.
Era nuevo
en el pueblo, se había separado de su esposa y unos familiares que vivían aquí
le habían dado trabajo en la panadería. Después de ese día pasaba seguido a la
panadería para verlo, en varias ocasiones me descubrió observando su trasero y
su entrepierna. También lo llegué a ver en la calle y por más que disimulaba no
podía evitar voltear a ver a semejante hombre.
En una
ocasión salí a tomar unos tragos a un bar con mis amigos, y ahí estaba el en
otra mesa, tomándose una cerveza. Fueron varias las veces que me descubrió
nuevamente viéndolo, yo volteaba rápidamente hacia otro lado para disimular.
Después de
algunos tragos me dirigí al baño y justo cuando salía a lavarme las manos, ahí
estaba él lavándose las suyas. Estar junto a él me puso muy nervioso, pero
trate de disimular hasta que de pronto me saludó diciendo.
- ¿Hola cómo
estás?
-Bien ¿y
tú?
-También,
gracias. ¿Si te acuerdas de mí?
-Si claro,
eres de la panadería.
- ¿Y qué
onda, le van a seguir otro rato?
-No yo creo
que yo ya casi me voy.
- ¿Pásame tu teléfono no? A ver que se arma más tarde.
-Si… claro
Me
sorprendió mucho, en realidad no nos conocíamos, ni siquiera sabía su nombre, pero
quizá solo estaba siendo amable o quería hacer amigos. Algo confundido y sin
entender lo que pasaba le di mi número y quedó de escribirme, después salió del
baño y se retiró del lugar. Media hora después estaba recibiendo un mensaje de él
que me decía:
- ¿Qué onda
sigues en el bar?
- Si, ya
voy de salida
- ¿Quieres
venir a mi casa? estoy solo
Me
sorprendió mucho que me dijera eso, ¿Qué tenía que ver que estuviera solo? Me invadió
la duda y la curiosidad, quizá se había dado cuenta de que me gustaba, pero, ¿Sería
posible que yo también a él? No parecía posible que él fuera gay o que tuviera
un interés en mí. Sin embargo, no le podía rechazar la invitación, tenía que
descubrir de qué se trataba, así que acepté y le pedí la ubicación de su casa.
Tenía mucho
miedo y nervios, ya que nunca había ido a casa de alguien que prácticamente era
un extraño. Sospechaba qué era lo que buscaba, pero aun así no me lo podía
creer. Aún con miedo y todo, me despedí de mis amigos inventando un pretexto y
me dirigí a su casa.
Cuando
llegué, él ya estaba en pijama y solo traía una camiseta sin mangas lo que
dejaba ver sus brazos fuertes y grandes. Me pasé y me ofreció algo de tomar a
lo que contesté que no, acto seguido me invitó a su recamara. En ese momento
entendí que mis sospechas eran ciertas, el corazón me comenzó a latir. Estando
ahí cerró la puerta y me dijo:
- ¿Y qué
onda, si aguantas rico la verga?
-Pues no sé,
la verdad nunca he estado con nadie ¿por qué me lo preguntas?
-Entonces
eres virgen cabrón, con mayor razón te lo digo porque tengo una vergota,
ninguna vieja me la ha aguantado por el culo, no me gustan los hombres, pero
desde hace tiempo me he dado cuenta que me traes ganas y pues la neta ando
medio pedo y bien caliente, traigo los huevos que me revientan de leche, además
se ve que eres bien putito y la neta quiero probar, solo que me gusta coger
duro así que te advierto para si no mejor le caigas.
No sabía en
lo que me estaba metiendo, pero no le podía decir que no, me gustaba y no
dejaría pasar la oportunidad, así que provocándolo aún más le dije.
-No importa,
hazme lo que quieras, soy virgen, pero cógeme como tú quieras, aunque me rompas
mi culito
-Ya dijiste
cabrón
Se empezó a
sobar la verga y después empujándome del hombro hacia abajo me ordenó que me
pusiera de rodillas, me tomó del cabello y comenzó a pegar mi cara contra su
bulto, podía sentir como se comenzaba a poner duro. Después se bajó un poco el
pantalón y el calzón dejando ver su enorme animal, era una verga enorme como me
había advertido, de unos 23 cm, gruesa y con unas venas que resaltaban, no
tenía circuncisión, pero su cabeza rosada se asomaba brillando con algo de líquido
en la punta. Como pude, a pesar del asombró, comencé a chupar, era un poco inexperto,
pero estaba disfrutando de sobremanera esa delicia de verga, de pronto comencé
a sentir como empujaba a un más, llegando hasta lo profundo de mi garganta, la
dejaba un tiempo así hasta que veía que me estaba ahogando, me retiraba
tosiendo y con lágrimas en los ojos. Así estuvo un rato hasta que me ordenó que
me desvistiera y el comenzó a desvestirse también.
-Ahora si
cabrón te voy a dar la cogida de tu vida puto, ponte a cuatro patas en el bordo
de la cama.
Le obedecí
y de pronto sentí como con sus manos tomándome de la cadera levantó mis nalgas,
después empujó mi espalda haciendo que mi pecho quedara pegado al colchón.
No mames
cabrón que delicioso culo tienes, me dijo y comenzó a lamer, cuando sentí su
lengua húmeda en mi culo sentí un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo, lamia
besaba y escupía y luego se retiraba para darme unas nalgadas, la primera vez exclamé
un ¡ay! Pero me dijo:
-Te
aguantas puto, esto es lo que querías.
En seguida
se escupió la mano con bastante saliva y la pasó por mi culito dejándolo más
húmedo aún de lo que ya estaba.
- ¿Ya
quieres la verga cabrón?
-Sí
-No mames
estás bien cerradito, no vayas a gritar fuerte que los vecinos escuchan, si te
duele te aguantas y muerdes la almohada
De pronto
sentí que puso su dedo medio en mi entrada y comenzó a empujar, le costaba
bastante así que presionó hasta que logró meterlo de golpe, yo solo exclamé un ahhhhhh
y me retiré un poco. El, tomándome de la cadera nuevamente me hizo para atrás y
me dijo:
-Aguántese
cabrón que apenas es el dedo y lo volvió a meter de golpe, así estuvo un rato,
yo sentía como mi ano se rompía con su enorme dedo, lo metía y lo sacaba hasta
que no le costó tanto trabajo. De pronto lo saco y acomodó su verga. Él estaba
de pie al bordo de la cama, detrás de mí, y yo de espaldas ofreciéndole mi
culito virgen. Me tomó nuevamente de la cadera y volteando a la derecha pude
ver en un espejo la imagen de ese hombre enorme con su verga que parecía un
brazo apuntándome directamente. Sus manos en mi cadera presionaron con fuerza
para que no me escapara a ningún lado y de pronto sentí. Su verga comenzó a
entrar, era un trozo caliente de carne que rompía todo a su paso, sentía como
mi ano se abría a su máxima capacidad, sentía el ardor con cada centímetro, el
dolor se volvía insoportable, aunque trataba de aguantar mi cuerpo se quería
retirar, se quería rendir, pero sus manos no me dejaban escapar, el dejaba caer
todo su peso haciendo que su verga fuera entrando sin piedad. Por la posición
podía sentir que me llegaba hasta el estómago y me lastimaba, pero no debía
gritar, así que me aguanté dejando solo exclamar algunos quejidos.
-Ya casi está
todo adentró puto, ya casi tienes todo mi fierro adentro, de aquí ya no te me
escapas.
Y comenzó a
salirse solo un poco para luego volver a empujar, con cada embestida sentía
como llegaba a lo más profundo de mi ser, era un dolor casi insoportable, pero
de pronto verme nuevamente en el espejo, como una perra siendo embestida por su
macho, elevó mi calentura aún más haciendo que yo mismo levantara mi culo
entregándome completamente a él, sentí como resbalaban los centímetros que
faltaban y como sus bellos púbicos pegaban en mis nalgas, tenía toda su verga
adentro. Después el movimiento comenzó a hacerse más rápido, a pesar del dolor,
a mi culito ya nada lo protegía, su verga entraba y salía más fácilmente lo que
le permitió que cada vez me cogiera más y más duro.
Después me
sacó la verga y pude sentir un poco de alivio, aunque mi culo parecía un
corazón que palpitaba, me pidió que me pusiera a mitad de la cama boca arriba y
él se subió también quedando frente a mí para poder elevar mis piernas a sus
hombros, y volver a acomodar su verga.
No le costó
nada, la metió de golpe, pero tampoco pude escapar, esta vez no tenía que ver
el espejo, lo tenía frente a mí, podía ver su cara de placer. Mientras me
comenzó a coger salvajemente nuevamente, me besaba con una pasión que
desgarraba mi boca, me escupía y me decía que era su perrita, después abrió mis
piernas con sus brazos y comenzó a hacer las embestidas de manera muy salvaje,
cada que se salía sentía que todo mi ser se salía también, así estuvo casi una
hora cogiéndome, metiendo y sacando su verga, me besaba me escupía y me jalaba
el cabello, nunca dejé de sentir dolor, pero de pronto el dolor era placentero,
saber que era su verga caliente como una braza dentro de mí me ponía a mil, yo movía
mi cadera y me empujaba hacia él. Después de más de una hora de estar así me
dijo que se iba a venir. Aceleró las embestidas haciendo que su verga pegara en
el interior de mi ano, taladrando con fuerza, sentía que rompía mi interior,
después dando una última embestida profunda comenzó a soltar chorros de leche,
una embestida más y otros chorros de leche más. Podía sentir su verga
palpitando, y sus chorros de semen caliente inhumando mi interior. No paraba de
llenarme, salían chorros y más chorros. Después de que terminó se quedó un rato
así y después me la saco, pude sentir como al salirse salían también todos los
mecos que me había dejado adentro, pensé que me había hecho del baño, por todo
lo que me salía, así que me toqué llenando mi mano con su semen. La tomó y la
dirigió hacia mi boca haciendo que probara su leche, me lamí los dedos
comiéndome su delicioso manjar.
Esa noche
dormí con él, a las pocas horas me volvió a coger igual de salvaje, y por la
mañana antes de retirarme, nuevamente. Salí de su casa a penas de pie, apenas
podía caminar, aun sentía su verga adentro y la sentiría por mucho tiempo.
Muy buen relato me hace imaginar mis encuentros.
ResponderEliminarMe gusta los Buenos relatos por que tengo experiencia para compartir
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